Las quemaduras por líquidos calientes son frecuentes en los niños menores de dos años y, en muchos casos, están relacionadas con la preparación o la ingesta de comida.
El 90% de los accidentes infantiles tienen lugar en el hogar, resultando especialmente frecuentes las quemaduras y escaldaduras que se producen en la cocina, durante la preparación de los alimentos. Aunque la mayoría de estas quemaduras no revisten gravedad porque son superficiales y afectan a una zona pequeña del cuerpo (generalmente situada en manos, brazos y cuello), es muy importante prevenirlas, ya que pueden llegar a producir graves secuelas funcionales, psicológicas y, en el peor de los casos, tener un desenlace fatal.
Según informan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP)1 la piel de los niños es hasta 15 veces más fina que la de los adultos, lo que significa que se quema a temperaturas más bajas y a mayor profundidad. Por ejemplo: si un menor se expone a un líquido a 60°C durante 3 segundos sufrirá quemaduras de tercer grado. Además, cuanto más profundas sean las quemaduras y a más regiones del cuerpo afecten, el niño correrá más peligro y requerirá de un tratamiento médico más precoz.
Cocinas más seguras
Hasta que cumple un año, un niño apenas tiene autonomía de desplazamiento. Pero, a partir de esta edad, empieza a moverse con soltura (ya sea gateando o andando) y a tratar de coger todo lo que queda a su alcance. Esto hace que se multipliquen exponencialmente las posibilidades de accidentes y, por esta razón, conviene tomar precauciones en lugares potencialmente peligrosos, como la cocina:
- Mejor fuera que dentro. Si el menor no puede tener una supervisión constante en la cocina, es mejor que no entre, en especial cuando se está cocinando.
- A prueba de mangos. Mientras se cocina, los mangos de las sartenes y cazuelas deben estar colocados de manera que no sobresalgan del mueble de la cocina.
- Cuidado con las ruedas. Los muebles en los que se coloca la comida (como mesas o tronas) deben tener mucha estabilidad y ser inmóviles, para no bascular provocando que caigan líquidos o alimentos sobre el niño.
- Trepar no es una opción: Cualquier objeto que permita a un niño trepar en la cocina (taburetes, escaleras, etc.) debe estar fuera de su alcance.
Temperatura de la comida bajo control
Los expertos de la AEPED advierten que la comida demasiado caliente puede producir quemaduras graves en la boca y los labios del niño, provocando un edema e inflamación tan importante que ocasione una obstrucción del sistema respiratorio, amenazando incluso su vida. Este tipo de quemaduras son más frecuentes durante el primer año de vida, sobre todo con la leche del biberón. Para prevenir este accidente, es fundamental:
- Calentar los biberones de forma segura. Es mejor hacerlo al baño maría o usando un calienta-biberones y evitar el microondas, que calienta los líquidos de forma desigual aumentando las probabilidades de quemaduras. Además, el microondas también puede calentar demasiado la tetina.
- Comprobar siempre la temperatura de la comida. Ya sea un biberón o un puré, es necesario comprobar la temperatura antes de dárselo al niño, agitándolo o moviéndolo primero y depositando unas gotas sobre la parte interior de la muñeca.
- Disolver los grumos. Disolver los grumos. Los grumos que se pueden formar en la leche en polvo y los purés pueden adquirir altas temperaturas, por eso hay que disolver toda la mezcla antes de dársela al niño.
El microondas no es para niños
Los pediatras Kyran Quinlan y Gina Lowell, ambos del Centro Médico de la Universidad Rush2 han solicitado que se modifiquen los estándares de fabricación de los microondas para que sean más difíciles de abrir por los niños. Esta solicitud está respaldada por un estudio que han realizado durante 15 años, en el que prueban que un porcentaje significativo de las quemaduras que se hacen los niños pequeños se deben a que abrieron un microondas, sacaron y derramaron sobre sí mismos alimentos demasiado calientes. De acuerdo con sus datos, casi todos los niños de dos años pueden accionar el mecanismo de apertura del microondas, abrir la puerta, sacar lo que hay en su interior e incluso encenderlo (niños más pequeños, de 17 meses, también son capaces de hacerlo). Tal y como ha declarado Quinlan: “Creemos que, si los niños pequeños tuvieran más dificultad para abrir las puertas del horno microondas, sería menos probable que pudieran derramarse alimentos calientes, como líquidos y sopas de fideos y, por lo tanto, tendrían menos riesgo de sufrir quemaduras graves. Estas quemaduras son terriblemente dolorosas, requieren cuidados específicos y pueden cambiar la vida del niño debido a las cicatrices permanentes que suelen dejar”.
Gracias a este estudio, a partir del 2023, se requerirá que los fabricantes incorporen dos acciones distintas para abrir la puerta de un microondas.
Referencias:
1 María Elena Caranzo; Ana Betlem Domènech; Javier Luna, Juan José Vila. Principales accidentes. Quemaduras. AEPED. Página visitada el 25 de febrero de 2021.
2 Quinlan, Kyran y Lowell, Gina. Making microwaves safer for children. Rush University Medical Center. Enero 2021.