En este post vamos a explicar qué son las enfermedades inflamatorias intestinales (EII), cuáles son los principales síntomas qué provocan y cómo la alimentación puede ayudar a aliviarlos.
Con motivo del Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal, vamos a hablar sobre la importancia de una adecuada alimentación para estos pacientes. Siguiendo una dieta saludable se evita el riesgo de la desnutrición y del déficit de nutrientes, lo que permitirá lograr mejorías clínicas. Esto no significa que deba seguirse una dieta específica para la EII, a no ser que haya un brote, en cuyo caso se deben seguir las recomendaciones específicas pautadas por el equipo sanitario de referencia1,2.
¿Qué es la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) y qué tipos existen?
Las enfermedades inflamatorias intestinales son una serie de trastornos crónicos que provocan inflamación del tubo digestivo y se caracterizan por una evolución en brotes. Estas patologías pueden producir desde síntomas leves hasta complicaciones graves2,3, aunque los síntomas más habituales son2:
- Diarrea.
- Cansancio.
- Dolor y cólicos abdominales.
- Presencia de sangre en las heces.
- Falta de apetito.
- Pérdida de peso involuntaria, que podría revestir gravedad si1:
- La pérdida de peso es superior al 10-15 % del peso corporal en seis meses.
- El IMC es inferior a 18,5 kg/m2.
- La albúmina en sangre (una proteína) es inferior a 30 g/L.
Los dos tipos principales de enfermedad intestinal inflamatoria son2:
- Enfermedad de Crohn: patología en la que se inflaman las capas más profundas del intestino delgado. En ocasiones también puede afectar al intestino grueso o más raramente al tracto gastrointestinal superior.
- Colitis ulcerosa: afección que provoca inflamación y úlceras en la membrana que recubre el colon y el recto.
Importancia de la nutrición en la EII
No hay evidencias de que exista una relación directa entre la alimentación y las enfermedades inflamatorias intestinales, pero los siguientes factores pueden contribuir a aumentar o disminuir el riesgo de brotes1,3:
- La malnutrición: la desnutrición empeora la función del sistema inmunitario, retrasa la curación de las mucosas y disminuye su funcionalidad, por lo que es necesario un plan nutricional adecuado para prevenirla.
- El déficit de hierro: en ocasiones son necesarios suplementos de hierro para normalizar las reservas de este mineral y equilibrar los niveles de hemoglobina.
- Las proteínas: la ingesta de proteínas debe aumentar a 1,2-1,5g/kg al día debido a que los requerimientos aumentan cuando se produce un brote. Durante las fases de remisión el consumo de proteínas es similar al de la población general.
- Pérdida de micronutrientes: se deben aportar suplementos de vitaminas y minerales para compensar las pérdidas provocadas por las diarreas y la mala alimentación.
Durante los periodos de remisión, no es necesario mantener una dieta pautada, pero se recomienda mantener una alimentación saludable y variada1,4.
- Realizar entre cuatro y seis comidas al día: adoptar como hábito realizar pequeñas comidas a lo largo del día, evitando saltárselas.
- Mantener una buena hidratación: se recomienda beber entre cuatro y seis vasos de agua al día para mantener un correcto funcionamiento del organismo.
- Comer en un ambiente relajado: con unos horarios establecidos y sin prisa.
- Evitar el consumo de azúcares y carbohidratos refinados: son un factor de riesgo de desarrollo de una EII.
- Priorizar las frutas, las verduras y los alimentos ricos en ácidos grasos omega 3 (pescado azul): estos alimentos podrían disminuir el riesgo de brotes. También se recomienda evitar aquellos que aportan ácidos grasos omega-6 (carnes, embutidos, frutos secos y aceites de semillas).
Además, es muy recomendable realizar ejercicio aeróbico de mediana o baja intensidad, pero de larga duración, para evitar la pérdida de masa y rendimiento muscular1.
En caso de padecer un brote, se recomienda4:
- Si es leve: mantener una dieta fraccionada y de fácil digestión, una adecuada hidratación, consumir alimentos sin demasiado contenido en fibra y con bajo contenido en lactosa.
- Si es moderado: al igual que en los brotes leves, se debe mantener una buena hidratación y una alimentación fraccionada, pero la dieta no debe contener lactosa y se recomienda consumir alimentos astringentes (arroz, patata, zanahoria y manzana asada).
- Si es severo: podría ser necesario un ingreso hospitalario y soporte nutricional artificial, como bebidas o fórmulas nutritivas, o alimentación por sonda o vía venosa.
En definitiva, no se trata, como mencionamos antes, de que los pacientes con EII sigan una dieta específica, pero sí es importante controlar la alimentación para lograr un aporte calórico y de nutrientes adecuado y evitar así la desnutrición, especialmente en la población infantil3.
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Referencias:
1Guía ESPEN: Nutrición clínica en la enfermedad inflamatoria intestinal. Nutrición Hospitalaria. Noviembre, 2022.
2Enfermedad inflamatoria intestinal. Mayo Clinic. Enero, 2023.
3Nutrición en enfermedad inflamatoria intestinal. Nutrición Hospitalaria. 2016.
4Recomendaciones nutricionales para la enfermedad inflamatoria intestinal. SEEN. Consultado en febrero, 2023.