El 29 de marzo se celebra el Día Nacional del Trasplante y aprovechamos para compartir algunas recomendaciones sobre alimentación para las personas a las que han trasplantado un órgano.
Una persona trasplantada es aquella a la que se le ha sustituido un órgano que no funcionaba adecuadamente por otro que sí lo hace. El mal funcionamiento puede deberse a una enfermedad o a una lesión. Para poder realizar un trasplante de órganos es imprescindible la donación por parte de otra persona, y, uno de los principales riesgos, es el del rechazo del órgano recibido, por lo que la persona trasplantada deberá tomar medicamentos el resto de su vida1.
La alimentación es importante, y tras un trasplante, siempre debe valorarse qué dieta es adecuada a las necesidades de la persona trasplantada en función del órgano trasplantado y de las necesidades individuales. Es recomendable contar con la colaboración de un profesional médico y un nutricionista, ya que hay muchos factores que tener en consideración, por ejemplo, el impacto de la medicación que el paciente toma o si tiene alguna enfermedad de base2,3.
Una alimentación saludable y equilibrada siempre es recomendable, pero en el paciente trasplantado se recomienda aún más la moderación debido al riesgo de que el sobrepeso pueda convertirse en obesidad y suponer un problema serio, ya que en este tipo de pacientes la medicación puede propiciar el aumento de peso2,3.
También es importante controlar el colesterol en sangre, que puede aumentar debido a los inmunosupresores, y los niveles de potasio, que también pueden verse alterados por algunas medicaciones3.
Consejos a la hora de establecer una dieta2-6
Qué alimentos son más saludables:
- Las proteínas: son importantes porque contribuyen a la reparación de tejidos, por lo que después de un trasplante puede ser recomendable consumir más de lo habitual. Por ejemplo:
- Carnes blancas como pollo, pavo o conejo.
- Huevos, aunque limitando la cantidad semanal.
- La leche desnatada o semidesnatada, siempre pasteurizada.
- Queso y yogures desnatados o semidesnatados.
- Legumbres.
- Frutos secos.
- Verduras y hortalizas: muy recomendables por su contenido en fibra y vitaminas.
- Pescado.
- Cereales: mejor si son integrales.
- Frutas: mejor con cáscara si esta está en buenas condiciones.
Qué alimentos evitar:
- La sal: puede empeorar la retención de líquidos provocada por algunos medicamentos e incrementar la presión arterial.
- El azúcar y los alimentos ricos en hidratos de carbono: ya que los inmunosupresores pueden propiciar la elevación de la glucosa sanguínea.
- Los productos ultraprocesados.
- El exceso de alimentos fritos.
- Los guisos, estofados, embutidos, y las grasas animales en general.
- La mantequilla y margarina no vegetal.
- El pomelo y la granada: pueden interaccionar con algunos medicamentos.
- Los alimentos crudos: como el tartar, el sushi o el ceviche, o los preparados caseros crudos como la mayonesa.
Además, es recomendable evitar el consumo de alcohol.
Recomendaciones para la limpieza, preparación y conservación de los alimentos3,4,5
- Lavarse bien las manos antes de manipular ningún alimento, que también debe lavarse adecuadamente antes de consumirlo o cocinarlo. En este sentido, evitar consumir alimentos crudos fuera de casa cuando no se puede tener certeza de su adecuada limpieza.
- Cocinar bien los alimentos ricos en proteínas y evitar el pescado o la carne crudos, incluidos los embutidos curados, que son alimentos crudos.
- Consumir los alimentos poco después de haber sido cocinados, y evitar el consumo de alimentos recalentados que lleven muchas horas sin refrigeración.
- Descartar los envases abiertos, tales como los briks, si han pasado más de 4 horas sin refrigeración, o de 24 horas refrigerados.
- Refrigerar los alimentos en las dos horas siguientes a haberlos cocinado en invierno, y antes de una hora en verano.
- Mantener separados los productos crudos y los cocinados. Y utilizar diferentes utensilios para manipularlos.
- No consumir un alimento envasado cuyo envase no esté en buenas condiciones.
- No volver a congelar un alimento descongelado.
Qué hacer si la persona trasplantada3,4:
- Tiene poco apetito: comer menos cantidad, pero más veces al día y alimentos más calóricos. Sustituir el agua por leche o zumos.
- Siente sensación de hartazgo: evitar alimentos que puedan generar gases. No ingerir líquidos durante las comidas.
- Experimenta náusea: consumir alimentos fríos, pero con alto contenido en proteínas. Evitar los alimentos con olores fuertes. Los alimentos como la pasta, los cereales, el pan o la fruta, con alto contenido en carbohidratos, pueden ayudar. También el zumo de limón y el agua con jengibre.
- Sufre diarrea: evitar alimentos crudos e ingerir más líquidos.
- Se aprecia retención de líquidos: evitar alimentos procesados y limitar la sal.
La delicada situación del paciente trasplantado requiere adoptar medidas adecuadas de prevención y cuidado. La alimentación es clave para evitar riesgos en pongan en peligro la recuperación y el mantenimiento de la salud. Contar con el apoyo de un profesional sanitario puede ser clave a la hora de valorar interacciones entre la medicación y la alimentación.
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Referencias:
1Trasplante de órganos. MedlinePlus. Consultado en febrero, 2023.
2Dieta y Trasplante. National Kidney Foundation. Consultado en diciembre, 2022.
3La vida después del Trasplante Cardíaco. Hospital Clinic de Barcelona. Consultado en enero, 2023.
4Nutrición después del trasplante. The University of Columbia and Cornell. Consultado en diciembre, 2022.
5Dieta para Trasplantados. Fundación Española del Corazón. Consultado en diciembre, 2022.
6Dieta y nutrición después del trasplante de hígado. Mayo Clinic. Junio, 2019.